jueves, 7 de marzo de 2013

REFLEXIÓN: ¿QUE HACEMOS CUANDO HACEMOS EDUCACIÓN AMBIENTAL?


La cuestión es la pertinencia de las prácticas de educación ambiental  (EA) en las escuelas

Al proponer hablar de pertinencia, invitamos a reflexionar sobre la adecuación pedagógica y política de los discursos y las propuestas didácticas que bajo el titulo de EA se llevan a cabo en las escuelas.
Las escuelas son, lo asumimos así, el principal espacio donde se lleva a cabo la educación pública y no pública de los ciudadanos.
En consecuencia, para contextuar esta reflexión, hemos de partir de tres hechos que sobredeterminan, es decir influyen inevitablemente en la labor educativa escolar y sus resultados, y particularmente la educación ambiental.
1º-El que la escuela  está inmersa y es componente de un sistema político-educativo, que forma ciudadanos y no solo no puede operar fuera de él, sino que debe proponerse reflexionar esa ubicación y su rol en él.
2º-El hecho de que, paradójicamente, el currículum al prescribir los temas y los modos de trabajarlos, en lugar de abrir espacio a la experiencia, tiende a limitar las posibilidades creativas, la inventiva y la expresión de los puntos de vista de cada docente y sus potencialidades para poner en juego, practicar, experimentar múltiples estrategias educativas, coherentes con posicionamientos político pedagógicos adoptados con anterioridad, constituyéndose así en una barrera a propuestas inherentemente subversivas como la EA, sobre todo cuando estas se hacen desde perspectivas críticas al conocimiento y al modelo social instituidos.
3º-El que la enseñanza escolar no es la única instancia de aprendizaje y socialización, sino solo representa una parte, una forma, un mecanismo por los cuales la ciudadanía se educa; habiendo otros de enorme relevancia contemporánea: los medios de comunicación, los procesos de gestión social, urbana y comunitaria , que se ocupan  de  aquello que el Estado no hace y contribuyen a ordenar y mejorar la calidad de vida, y también son instancias educativas complementarias que o cierran un círculo educativo virtuoso o, al contrario, pueden convertirse en mecanismos que contradicen y socavan los mensajes educativos escolares, contribuyendo a cristalizar la idea de que todo cambia, para que nada cambie.  
En tanto la educación  no es un mecanismo neutro, que por sí mismo  mediante los agentes educadores “formatea” las mentes de los educandos, sino el proceso resultante del intercambio que, solo en parte guiado por un plan (el curriculum), se establece entre los saberes de un individuo ocasionalmente docente y los de otros circunstancialmente alumnos, en la relación interna del sujeto pedagógico, más la influencia de múltiples sobre determinaciones internas y externas al proceso educativo; la EA- que no está en ese Plan- cuando cuestiona la lógica de la construcción de conocimiento y las formas del accionar social, empezando por la relación de la sociedad con la naturaleza y siguiendo por las relaciones entre las personas, suele generar desde perplejidad hasta incomodidad.
Pero de eso se trata precisamente, pues de qué otro modo podríamos cambiar nuestro modo de vivir hacia la sustentabilidad si no es a partir de una profunda revisión crítica de nuestros valores, nuestras relaciones, nuestras costumbres y nuestros hábitos, nuestro lugar  y nuestro rol en el mundo?
Consecuentemente las propuestas de EA que no incorporan esta visión y posibilidad en algún momento, las propuestas didácticas que no contemplan una etapa para ordenar las ideas en coherente articulación con las acciones en función de generar una visión crítica, no ingenua ni cándida, es decir  cuando una propuesta de EA no conduce a la generación de conciencia del rol, los derechos y obligaciones de los ciudadanos y de cada uno de los sectores sociales involucrados en relación con un asunto, lo cual implica trabajar las contradicciones y los conflictos emergentes de una situación o conflicto ambiental en el plano técnico-científico, social, político y ético,  el objetivo fundamental de la EA no se cumple, e incluso puede resultar en una experiencia contraproducente desde lo pedagógico.
La EA debe dar cuenta de la complejidad de los temas que involucran todos los aspectos de la relación entre la sociedad y la naturaleza o temas socio-ambientales y de su inherente relación con la conflictividad propia de la  construcción ciudadana, es decir la conflictividad resultante del compromiso ético-educativo con la metódica revisión crítica del modelo social que construimos, del cual la crisis ambiental es reflejo.
Por caso, el tema de la basura ha sido ejemplo paradigmático de este fracaso. Cuando este Programa nacía, hace 15 años ya era habitual pensar y trabajar el tema de los residuos en las escuelas, especialmente las primarias y se han hecho innumerables experiencias. Sin embargo 15 años después los resultados educativos ni son visibles, ni se verifica continuidad, ni  propuestas nuevas, ni mucho menos experiencias que intenten una reflexión como la que se propuso anteriormente. De hecho en tantos años de intentar transmitir en la escuela  las mejores prácticas para con los residuos sin que se concretara ninguna política, ni plan, ni solución adecuada a nivel de la gestión urbana, ha terminado por configurar un fracaso pedagógico, pues nada de lo que en la escuela se dice que es bueno y hay que hacer, se concreta ni dentro ni fuera de ella. Los alumnos perciben esta clase de contradicciones y mientras no puedan ser superadas mediante la gestión integral es indispensable trabajar e incorporar a la reflexión las contradicciones y complejidades mismas que llevan al fracaso y no contentarse nunca con la simple comunicación de lo que debería ocurrir.
Si tenemos en cuenta el hecho anteriormente mencionado, que la enseñanza escolar no es la única instancia de aprendizaje y socialización, podremos entender que ninguna propuesta de educación ambiental que no tenga, más temprano que tarde, un correlato en las maneras de gestionar el ambiente desde otros lugares, será suficientemente efectiva como presuponemos y deseamos cuando las ponemos en práctica desde la escuela. Porque la EA es mucho más que aprender buenas prácticas: es reflexionar sobre la sociedad en que vivimos, la educación escolar no puede limitarse a lo que está en el currículum, ni tampoco a transmitir simplemente las mejores prácticas posibles, la enseñanza en la escuela deber constituirse en un laboratorio no restringido de experiencias ciudadanas y reflexión crítica en relación con nuestra forma de conocer y relacionarnos con el mundo, de habitarlo, para ver dónde como ciudadanos debemos trabajar y poner el compromiso de transformar la sociedad  hacia una sustentabilidad posible.
Pablo Sessano- PROGEA

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